Fortalece el vínculo con tu bebé a través de los sentidos.
- ammasperu
- 24 ene 2019
- 3 Min. de lectura
Nuestros sentidos (vista, olfato, tacto, oído, gusto) juegan un papel valioso en el fortalecimiento del vínculo que te une a tu bebé, mamà. Descubre cómo actúa e influye cada uno.

Vista:
Desde que nació no puedes dejar de mirar a tu bebé, te encuentras con sus ojos, que al principio solo enfocan a una distancia menor de 25 cm pero se quedan fijos en los tuyos, como hipnotizados, hacia el tercer mes de vida empieza a reconocer y recordar la cara de su madre. Por esta razón, sus padres representan el mejor estímulo visual para él. La conexión comienza, en gran parte, a través de estas primeras interacciones cara a cara, asi se hace real esa frase típica de las madres: “¡Con solo mirarle sé lo que le pasa!”.
Un estudio de Ruth Feldman, psicóloga de la Universidad israelí Bar-Ilan, demostró, tras examinar las miradas de una madre y su hijo de 3 meses, que ambos coordinaban su ritmo cardíaco con menos de un segundo de retraso, sincronía que aumentaba si además la madre le tocaba y hablaba. A medida que pasan las semanas la vista del bebé se perfecciona y si haces muecas y le sonríes, responde imitandote. Hazlo a menudo, se sentirá querido.
Tacto:
De todos los sentidos, este es el más importante para el recién nacido, ya que a través de los estímulos táctiles se relaciona con el exterior. “Toda su superficie corporal es muy sensible a estímulos, pero las plantas de los pies, las palmas de las manos y la nuca son las zonas con mayor sensibilidad”. Cuando tú le tocas, en su cerebro se liberan neurotransmisores que producen sensación de confort; por ello, si le pones en tu pecho, piel con piel, notarás que su respiración se vuelve más profunda y que su musculatura se relaja.Tus caricias y tus besos son especialmente importantes para tu hijo, porque ejercen un efecto tranquilizador en él (y para ti, porque hacen que te enamores de él día tras día).
Gusto:
Este sentido le ha unido a ti desde el embarazo: sus papilas gustativas comenzaron a desarrollarse a las 8 semanas y a las 13 ya se comunicaban con su sistema nervioso, permitiéndole saborear las sustancias que le llegaban a través del líquido amniótico.
Ahora, cuando comienza a mamar su ritmo cardiaco se adapta. Y el sabor de tu leche, además del hecho de estar muy próximo a tu corazón durante la lactancia, tiene mucho que ver en ello. “El gusto es su forma de conocer el mundo"; Darle de mamar te une mucho a él; Durante la lactancia tu cerebro segrega oxitocina, la hormona del bienestar.
Oído:
Al nacer, el oído del bebé realiza una diferenciación a nivel emocional entre sonidos agradables y desagradables, y sabe distinguir un tono armonioso de un sonido brusco”, y está demostrado que tus palabras de amor y la forma que tienes de transmitirlas influyen de una manera muy importante en su desarrollo emocional, pero los sonidos que él emite (llanto, risas y sus gorjeos) también afecta tus emociones. La conclusión es que las madres responden con más intensidad a los lloros, ya que tras el embarazo y el parto el cerebro de la mamá desarrolla una capacidad especial para reconocer las necesidades del bebé cuando está llorando y una sabiduría natural para gestionarlas.
Olfato:
Su piel, su ropa, su cuarto... Tu bebé y todo lo suyo tiene un olor único crea un vínculo tan fuerte entre vosotros que cuando tu hijo sea mayor aún lo recordarás. La razón de que su piel huela tan bien es que posee unas características especiales: “Además de ser muy sensible, tiene una menor actividad en las glándulas sebáceas, que madurarán en la pubertad”; El olfato también está implicado en la unión de otro modo. El bebé nace con este sentido muy desarrollado porque de él depende su supervivencia: gracias al olor te reconoce y sabe dónde está su alimento: si tras el parto lo dejan boca abajo sobre tu abdomen, el aroma de tu leche le empujará a reptar sobre ti hasta alcanzar su pezón y engancharse a él para mamar.
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